El Surrealismo no fue un movimiento artístico más, sino una actitud ante la vida que ha dejado una marcada huella en todo el arte posterior. La exposición El surrealismo y el sueño muestra, por vez primera, cómo esa huella, esa transformación de la sensibilidad contemporánea, tiene su raíz más profunda en la vinculación surrealista entre sueño e imagen.
Pinturas, dibujos, collages, esculturas y fotografías de artistas como André Breton, Salvador Dalí, Paul Delvaux, Yves Tanguy, Renée Magritte, André Masson, Max Ernst, Jean Arp, Claude Cahun y Paul Nougé, entre otros, servirán para aproximarse de manera monográfica a esta sugestiva relación que propone el filosofo y crítico de arte José Jiménez, comisario de la muestra, y a la que se ha prestado una escasa atención en el ámbito artístico.
Deux jeunes chimeres nues
 

                                                                                                                       Deux jeunes chimeres nues. Max Ernst.

Los surrealistas reivindicaron desde un primer momento el sueño, junto a la escritura automática, como una de las vías fundamentales de la liberación de la psique. Aunque los planteamientos de Sigmund Freud, y en particular su gran obra La interpretación de los sueños (1900), resulten decisivos para sus aproximaciones al mundo onírico, no se limitaron a ser meros seguidores de Freud. Para ellos, el sueño era un plano de experiencia diferente al de la vida consciente, cuyo conocimiento incidía de modo especial en el enriquecimiento y ampliación del psiquismo.
Hasta el 12 de enero de 2014 en el Museo de arte Thyssen.