La Compañía Nacional de Teatro Clásico y FEI (Factoría Escénica Internacional) presentan Las dos bandoleras de Lope de Vega, con dirección de Carme Portaceli y dramaturgia de Marc Rosich.
La obra, de estreno nacional, se representará en el Teatro Pavón a partir del 8 de mayo con Helio Pedregal, Carmen Ruíz y Macarena Gómez y un equipo artístico de primera: Paco Azorín, Antonio Belart, María Domènech, Jordi Collet, Jesús Esperanza y Gabriel Garbisu.
Sinopsis:
Mientras los hombres sólo se preocupan de hacer la guerra y luchar por su patria contra los moros, las mujeres esperan que su padre decida por ellas sobre cómo será su vida, con quién se casarán y cuándo.
Pero Teresa e Inés son muchísimo más activas que todo eso y ya han decidido ellas mismas con quién se quieren casar y de qué manera, ya han entregado su amor a dos hombres de los que se han enamorado. Ellos, mientras están libres de la guerra y esperan volver a ella, aprovechan esta circunstancia y cuando se encuentran que ellas les exigen un determinado comportamiento, ellos salen corriendo. Las dos mujeres burladas, llenas de rabia y de razón, deciden convertirse en bandoleras y matar a todo hombre que se pasee por la sierra que han elegido para vivir su venganza.
Pero en nuestra sociedad, son ellas las que han de ser juzgadas aunque ellas sean las que hayan sido deshonradas.
Se ha hecho a menudo un retrato de las serranas como mujeres matahombres y salteadoras para desfigurarlas, pero en realidad el bandolerismo ha sido siempre un fenómeno sociológico universal producto de factores relacionados con la miseria y la injusticia en algunos momentos determinados, que propiciaron una rebeldía como
única respuesta a una sociedad que sólo defendía los intereses de unos cuantos y, en este caso, de los hombres.
Nuestras dos bandoleras, aunque hay muchas más, no son ni terribles, ni deformadas, ni agresivas, sólo tienen rabia de haber sido insultadas y engañadas y ninguna oportunidad de restablecer su “honor”, sólo por medio de la venganza que es la única vía que su entorno les permite.
Son listas, graciosas y llenas de vida y de ilusiones frustradas que sacan pegando a los hombres.
Y, además, hay una cosa bellísima: su padre, que las ha de castigar porque la ley así lo ordena, se rompe por dentro de hacerlo y tiene unas contradicciones enormes en una de las mejores escenas de la obra.
El verso de Lope es maravilloso, vivo, orgánico, rìtmico. Hace que el texto fluya dentro de los corazones de los personajes, crea la arquitectura para que salga con toda su organicidad.
Carme Portaceli i Marc Rosich