Por cuarta vez, el Decode Festival se presenta en septiembre como la opción perfecta para despedir el verano en la capital. Y desde luego, como la mejor oferta de música independiente del momento. Su propuesta de doce horas ininterrumpidas de música concentradas en un único día, deja a muchos amantes de los festivales con buen sabor de boca, pero ganas de más.
Sin embargo, para otros no tan asiduos, el sol de las cuatro de la tarde (que todavía brillaba en Madrid aquel sábado) no era el mejor compañero de viaje. Así que nuestra primera parada fue Francisca Valenzuela, a la que conocía por una canción con el grupo Miss Caffeína, de la que curiosamente contó una anécdota. Aunque descubrimos que era bastante desconocida por el público en general, hizo un concierto bonito y convenció a unos cuantos de su valía encima de un escenario.
Uno de los más esperados, Bombay Bicycle Club, presentaba su nuevo álbum “So Long, See Yoy Tomorrow”. Desde luego más bailable de a lo que nos tienen acostumbrados, pero no se privaron de recuperar algunos temas míticos que los ansiosos asistentes recibieron muy bien.
Royal Blood sorprendieron con la afluencia de público a su concierto, que podría haber sido en el escenario más grande. Aunque convecieron a los asistentes, tendrían que haber sonado más fuertes porque inevitablemente sus estridentes guitarras se fundían, en cuanto te alejabas un poco, con el sonido dulce de Russian Red.
Aquella chica tímida que empezó recorriendo los escenarios solo con su guitarra, demostró en esta actuación que es ya toda una artista consolidada en el panorama indie. Nadie puede dudar de su voz ni de su puesta en escena.
Si algo destacaron positivamente los asistentes, fue la buena coordinación de esta edición y lo puntual que se abría un escenario al cerrar otro. Tras terminar Russian Red, en el escenario de al lado Jack Bugg sorprendió a más de uno con su voz rota (que le hace parecer cuarenta años mayor) en contraste con su cara de niño. Demasiado tímido todavía, pero capaz de meterse en el bolsillo al público con su folk romántico.
El plato fuerte del día llegaría con Beck, el mítico grupo que se consagró como el gran triunfador de la noche. Al no tratarse de un festival masificado, pues no se completó el aforo, pudimos disfrutar de espacio cómodamente hasta en este momento (no sé si tanto las primeras filas). Beck marcó un abismo con respecto al resto de grupos, no solo en la afluencia de fans, sino en su sonido y en su puesta en escena, que hizo que el público vibrara de verdad.
Los que tampoco se quedaron cortos en afluencia de fans fueron Vetusta Morla, ya que quien más y quien menos de los que estábamos allí conocía la mayoría de sus canciones, y fueron de las más coreadas de la noche. Los madrileños reiteraron una vez más que son una pieza imprescindible en el panorama nacional.
Pasaba de media noche cuando Le Roux les tomó el relevo. Para muchos uno de los descubrimientos de la noche, o el gran desconocido. Eso sí, su ritmo bailable convenció de quedarse a la mayoría de los que se acercaban a ver de qué se trataba.
El número de asistentes bajó de manera considerable a partir de este momento, porque los más precavidos sabían que el metro cerraba hasta las seis de la mañana, que apenas pasan taxis por Ciudad Universitaria y que existe un bus solitario, o eso cuenta la leyenda.
Además, muchos se encontraban en el recinto desde las cuatro de la tarde y hay momentos en los que el cuerpo no da para más. Por supuesto este no era uno de esos, y aguantamos un poco más para descubrir a CHVRCHES, unos escoceses que hicieron bailar hasta al más acabado con sus ritmos electrónicos y que dejaron un buen sabor de boca a los que estábamos allí.
Desgraciadamente nuestras piernas no podían más y no disfrutamos del cierre del festival. Sin embargo nos fuimos con ganas de más, y escuchando las historias de aquellos repetidores que vivieron un Dcode de dos días. Esperemos que vaya creciendo y satisfaciendo a todos sus seguidores. O mejor, que siga siendo un festival independiente y caracterizado por su brevedad (en comparación con los festivales veraniegos a los que estamos acostumbrados), porque eso es lo que lo hace especial.
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