Por Enrique Sancho
Córdoba tiene un cuerpo que exhibe sin pudor. Un cuerpo del que forman parte su espectacular Mezquita, su barrio judío con la sinagoga, el puente romano, los molinos de agua, las plazas y callejas, los palacios y conventos, los baños árabes, las tabernas y bares… Pero Córdoba tiene también un alma que no siempre muestra, una zona íntima y bella que habitualmente reserva para sí misma, para sus vecinos y amigos, que se refugia tras los zaguanes. Son, naturalmente, los patios, esos espacios acogedores, frescos, íntimos en los que trascurre la vida pausadamente, en los que se charla, se descansa, se disfruta. Lugares de convivencia y centro de la vida familiar. Unos espacios, también, que han sabido convertir la pobreza en belleza.
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Pero no siempre es así. Durante algunas semanas de primavera Córdoba muestra también su alma a quienes la quieran ver. Ofrece su interior más auténtico a visitantes, turistas, vecinos y curiosos que quieran gozar del encanto de sus patios. No se trata solo, con ser mucho, que esos ojos ajenos contemplen sus paredes encaladas cubiertas de macetas de geranios, jazmines, claveles y azahares, tampoco que los olfatos aprecien la mezcla de aromas de los patios del casco viejo. Se trata, sobre todo, de abrir las puertas a su estilo de vida a todo lo que tiene de auténtico el espíritu cordobés. Por eso ahí, en esos patios multicolores, hay flores y plantas, olores de jazmín y azahar, pero hay también sones de flamenco auténtico, hay manjares en forma de sencillas tapas cordobesas y hay pequeñas copas con Moriles-Montilla.
Esos patios que implantaron los romanos como una forma de vida hacia dentro, que impulsaron los árabes cuando la ornamentación se orientó hacia el interior, simplificando las fachadas y embelleciendo los patios con azulejos, celosías y suelos de ladrillo o empedrado y en los que destacaba la importancia del agua, proliferando fuentes, surtidores y acequias que permitieron el desarrollo de flores y árboles frutales. Esos patios son, hoy como ayer, el eje de la vida en la ciudad y el espacio más sublime para sus habitantes. Además de flores, los patios cordobeses son un muestrario de viejos lavaderos, muebles antiguos, capiteles, resto arqueológicos, enseres de cocina de hierro, fustes y cualquier otra cosa que en ese marco de olor y color adquiere un brillo especial. En algunos de ellos se aprecian las roídas canaletas para conducir el agua de lluvia, convertidas en un elemento estético a juego con los tiestos añiles y con los remates de los quicios exteriores de las viviendas.
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La Fiesta de los Patios
Córdoba muestra ese alma interior con recato, excepto durante unas semanas de mayo, cuando la primavera se encuentra en su máxima expresión, en que celebra su famoso Festival de Patios, una tradición que se remonta a 1921 y ha sido declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde 2012 y que abre al visitante muchos de los patios del casco viejo durante unos días. El Festival es un concurso en el que se valora la belleza de los populares patios de la ciudad, que llenan las calles de color, aroma a jazmín y azahar y ritmos flamencos. Los criterios esenciales del concurso son variedad floral, cuidado de macetas y arriates e iluminación natural. Es también una muestra de solidaridad vecinal y la elevación de lo humilde a una categoría estética. Durante estos días, los barrios más significativos del Casco Histórico de la ciudad muestran a los visitantes sus recónditos tesoros, en un momento en que la profusión floral los convierte en auténticos jardines domésticos.
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Las casas populares de la ciudad destacan por sus patios de paredes blancas de las que cuelgan macetas de coloridas flores. Durante los días del Festival, la mayoría de los patios del casco viejo abren al público y, en muchas ocasiones, acogen espectáculos flamencos y la posibilidad de degustar las ricas tapas cordobesas acompañadas del vino Montilla-Moriles. En el Festival se decide qué patios son los más bonitos pero, más allá de éste, se pueden visitar los patios todos los fines de semana entre los meses de abril y junio. Los barrios más populares donde se puede visitar algunos de los patios de Córdoba son el del Alcázar Viejo, entre el Alcázar y la parroquia de San Basilio, el de Santa Marina, el de la Magdalena y los alrededores de San Lorenzo. Asimismo, se encuentran algunos de gran belleza y antigüedad en el barrio de la judería, en la zona de la Mezquita Catedral. Pero como ese orgullo por la belleza es general, también se celebra el Concurso de Balcones y Rejas, junto al Festival de Patios y extiende la ornamentación floral por la mayoría de las calles.
Junto a los patios particulares de las casas humildes, destacan los que adornan los palacios señoriales, conventos, o antiguos hospitales. Entre estos, destaca especialmente el Palacio de Viana dotado de hasta 13 patios a cada cual más hermoso y sugerente. No en vano se conoce al Palacio como el Museo del Patio y está declarado oficialmente Jardín artístico. Es recomendable la visita, que es guiada, ya que se trata de un auténtico museo con una gran colección de tapices, muebles, cuadros, porcelanas y armas de fuego.
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Los encantadores patios cordobeses constituyen uno de los más entrañables atractivos de la ciudad en los que poder apreciar las rejas de magnífico hierro forjado, la exuberancia vegetal, las fuentes, la cerámica que cuelga de las paredes, primorosamente colocada, los azulejos, elegantes y únicos y por todas partes la resplandeciente claridad de la cal, que ejerce de moderadora, unificando colores y suavizando ángulos.
Hacer una pausa
El recorrido por Córdoba requiere también sus momentos de pausas para disfrutar unas tapas o una reposada comida, una bebida fresca o sus excelentes vinos. No es tarea difícil, la gastronomía cordobesa actual es el resultado de una larga tradición que se deja notar en la variedad de sus platos, en la gran cantidad de restaurantes, tabernas y bares que pueblan la ciudad y en el prestigio de su cocina en el ámbito nacional. También aquí, los romanos con su gusto por el aceite, los árabes con los frutos secos y las verduras y los cristianos con sus carnes y pescados dejaron su huella y crearon una cocina única y variada. No se puede pasar por Córdoba sin disfrutar sus platos más típicos como el rabo de toro, los flamenquines de jamón serrano, el salmorejo, los boquerones en vinagre y el pastel cordobés.
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Hay dos espacios gastronómicos que es interesante conocer en Córdoba, se trata de Los Patios de la Marquesa y el Mercado Victoria. El primero es un espacio gastronómico y cultural emplazado en un enclave único como es la judería en Córdoba, a sólo unos metros de la Mezquita-Catedral. El establecimiento está ubicado en la Casa de los Manríquez y cuenta con una superficie de mil metros cuadrados en los que se han instalado 16 puestos alrededor de sus hermosos patios con aire tradicional andaluz. Los Patios de la Marquesa ofrecen una amplia oferta culinaria a través de su marisquería, asador de carne, vinoteca, restaurante árabe, arrocería, puesto de ibéricos, salmorejería, bocatería, stand de verduras frescas y zumos naturales, establecimiento especializado en tostas y salazones, cafetería y un stand para degustar productos cordobeses, como el jamón ibérico del Valle de los Pedroches, además de una platería con diseños exclusivos. Además propone exposiciones de fotografía y pintura, desfiles de moda, show cooking y otras actividades que convierten el lugar en punto de encuentro para cualquier momento del día.
Por su parte, el Mercado Victoria es el primer mercado gastronómico de Andalucía, un espacio de ocio en torno a la gastronomía inaugurado en mayo de 2013. En sus 30 puestos ofrece tanto productos frescos como listos para degustar en un amplio horario. El Mercado Victoria ocupa la antigua Caseta del Círculo de la Amistad, un edificio histórico de hierro forjado que data de finales del siglo XIX, donde se celebraba antiguamente la Feria de Córdoba. Y todo en una ubicación inmejorable, en medio de unos amplios jardines, los Jardines de la Victoria, a 5 minutos del casco histórico de Córdoba, de la estación del AVE y del centro de la ciudad.

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