Dani Rovira se hace la maleta y, por amor, deja su Andalucía natal para convertirse en vasco por accidente. Sin dejar el registro que lo ha catapultado a la fama, el cómico se estrena como actor en Ocho Apellidos Vascos. Una película del director Emilio Martínez-Lázaro en la que es protagonista.
El malagueño todavía no asimila que el próximo día 14 las salas de cine mostrarán su trabajo y la gente podrá disfrutar de él de forma simultánea en diferentes puntos sin estar presente. ¡La magia del audiovisual!
– ¿Ha sido fácil pasar de monologuista a actor?
– Sí, porque el guión era bueno y el personaje de Rafa me venía como anillo al dedo. Lo más difícil fue conseguir el acento vasco, pero lo cierto es que durante los ensayos y el rodaje he estado sumergido en una nube de felicidad que ha hecho que todo fuera sobre ruedas.
¿Siempre quisiste ser actor de cine?
– No. ¡Nunca lo imaginé!
¿Qué se va a encontrar el espectador en el film?
– Una historia de amor muy bonita entre un andaluz y una vasca, con muchos toques de humor.
Tu personaje cambia de ciudad para ir en busca de su amada, a la que conoce sólo de una noche. ¿Consideras creíble la trama de amor del guión?
– Sí. ¡El amor te lleva a hacer locuras! Yo lo he vivido en mis propias carnes. Hace siete años cogí un avión y me fui a Argentina por amor…
La película repara en los tópicos cómicos de andaluces y vascos. ¿Qué hay de verdad en ellos?
– Los españoles vivimos mucho del humor, es una de sus señas de identidad. Desde que nacemos oímos chistes de Lepe o sobre catalanes, gallegos, etc. Parece que un catalán no haya pagado nunca nada, un vasco no haya dado una caricia en su vida o un andaluz no haya pegado un palo al agua jamás… En la película se aprovechan estos tópicos para hacer parodia pero la realidad es bien distinta.
Julián López, Raúl Cimas, Berto Romero… todos han pasado a la gran pantalla recientemente. ¿Qué opinas de este boom?
– Yo lo veo como una evolución lógica. Es lo que ha ocurrido en Inglaterra, Francia y Estados Unidos desde Robin Williams. Hay muchos actores de comedia que son muy buenos y luego hay comediantes que también son buenos actores. El cómico, a diferencia del actor, puede aportar ideas ya que también son creadores. Me parece genial que Berto o Hovik hayan quedado finalistas en los Goya.
¿Y qué pasa con los monólogos?
– Yo seguiré subiendo al escenario. De hecho, nunca lo he dejado porque el feedback inmediato con el público es muy placentero.
Texto: Amparo Castelló