El Festival de Cine Alemán en Madrid cumple 16 años -#SweetSixteen- en los que se ha convertido en toda una cita esperada y celebrada por los cinéfilos y cinéfagos.
En esta edición, del 10 al 14 de junio en los Cines Palafox, junto a la última hornada cinematográfica, se prestará especial atención al cine más independiente y alternativo, además del ciclo de cortometrajes y alguna que otra sorpresa más.
Este festival es una iniciativa de German Films con la colaboración del Goethe Institut y de la Embajada de la República Federal de Alemania de Madrid. Y por segundo año consecutivo seguimos llevando el Festival a tierras catalanas, donde tendrá su prolongación en los Cines Girona que acogerán del 13 al 15 de junio el 2º Panorama de cine alemán en Barcelona, gracias a la iniciativa de German Films y Paco Poch Cinema.
Adiós definitivo a la “Escuela de Berlín”. El nuevo cine alemán llega de lo más heterogéneo. Es momento para dejarse tentar por la variedad y la calidad, revisar y descubrir similitudes o búsquedas estéticas afines. Ocho películas nunca antes estrenadas en España, la sección ArtHaus con una panorama dedicado al cine más alternativo, el estreno de la película familiar Los hermanos negros (Die Schwarzen Brüder), de Xavier Koller, el programa de cortos Next Generation Short Tiger 2014 y un documental completan la programación de esta decimosexta edición del festival, que no hace más que confirmar la fuerza de la industria cinematográfica alemana.
Exit Marrakech, de Caroline Link, inaugurará el festival. Exit Marrakech nos introduce en el periplo de Ben, un adolescente de 16 años que se enfrentará involuntariamente a su padre. El film nos propone un viaje de entendimiento hacia la dignidad y la convivencia, al tiempo que negocia con un intenso conflicto paterno-filial entre Ben y su negligente progénitor (Ulrich Tukur), un director de escena que debe reconciliarse con su pasado. Mediante este magnífico, seductor relato de iniciación, la directora Caroline Link sigue demostrando por qué es una de las voces más heterodoxas del cine alemán, capaz de saltar de un género a otro sin despeinarse.
Otra Heimat – crónica de una visión (Die Andere Heimat – Chronik einer Sehnsucht), del director Edgar Reitz, emerge como una incomensurable tragicomedia de la lucha contra la tiranía. Las pasiones humanas y las miserias históricas obedecen bajo la visionaria mirada de Reitz a ambiciones creativas inusuales. Un cine donde cada escena está concebida y ejecutada como una batalla que hay que ganarle al tiempo. Tan fascinante y extrema como la obra de Werner Herzog o la estética de las películas de Béla Tarr (verdaderos pilares del cine contemporáneo), este filme de casi cuatro horas de duración es una de esas memorables experiencias que solo la pantalla grande nos puede proporcionar.
Con gran criterio ético y estético, Christian Alvart nos cuenta en Banklady la legendaria historia de Gisela Werler (incorporada desde el talento y la sensualidad de Nadeshda Brennicke), la primera mujer atracadora de bancos alemana, que se granjeó una fama acorde con sus tiempos de liberación sexual en los años sesenta. Lo que resuena al fondo es un estudio sobre la identidad, tanto la de una mujer como de un país en busca de sí mismos.
En Wolfskinder de Rick Ostermann la materia de su relato es la infancia, y el motor que propulsa esta memorable crónica de supervivencia es la vejación y la corrupción de la inocencia, el modo en que los conflictos bélicos –esos que han sido tantas veces retratados en el cine, pero casi nunca desde el punto de vista que adopta aquí Rick Ostermann– destruyen no solo a los que luchan en las trincheras, sino a toda forma de vida a su alrededor: mujeres y niños sobre todo.
Querida Courtney (Dear Courtney), de Rolf Roring, he aquí un fílm de música-ficción. ¿Y si Kurt Cobain escuchó Smells Like Teen Spirit antes de que Nirvana la convirtiera en el himno grunge de los noventa? El protagonista de esta aventura adolescente asegura haber escrito la canción y se propone hablar con el malogrado líder de Nirvana y reclamarle lo que es suyo durante la gira alemana del grupo de Seattle. Es solo el pretexto para poner en marcha un periplo de descubrimiento, un relato de iniciación y educación sentimental en el que el humor y el amor acaban encontrándose en algún punto.
Empezar de cero, comenzar una vida nueva y dejar el pasado y la tristeza detrás. Así es West (Westen) de Christian Schwochow. Eso pretendieron en los años setenta Nelly Senff (Jördis Triebel) y su hijo Alexej (Tristan Globel) cuando escaparon de Berlín Oriental para buscar un futuro en la Alemania del Oeste, supuestamente más hedonista, menos represiva. Como uno de los numerosos cineastas germanos que ha examinado recientemente el paradigma de la reunificación, y cómo éste ha marcado los destinos de una nación dividida, Christian Schwochow retrata la disfunción de su país a través de la crisis mental de su heroína.
Entre la comedia de estudiante, el noir erótico y el thriller terrorífico, Susurros tras la pared (Die Frau hinter der Wand), de Grzegorz Muskala juega a la baza de la extrañeza y el desconcierto, de la atmósfera malsana y el perverso erotismo, que se encarna en el cuerpo y el rostro de Heyer como lo han hecho siempre las mejores femmes fatale, con tanta gelidez como indiferencia.
El humor de Fack ju Göhte (Fack ju Göhte), de Bora Dagtekin, nace del contraste y las situaciones imposibles: un tipo burdo, violento y primitivo, expresión máxima del macho alfa, contratado para enderezar a unos estudiantes díscolos. El contraste también de transitar por una comedia basura hecha de colores brillantes y rostros hermosos, que inevitablemente acaba sumergiendo su delirio slapstick en los territorios de la comedia romántica. Generando un fenómeno social similar al que hemos vivido en España con 8 apellidos vascos, tan sintomático del gusto popular como de la apreciación cinematográfica de la población, el éxito de Fack ju Göhte en Alemania ha sido tan brutal que ya está en marcha la secuela.
En el apartado documental se estrenará Art War del cineasta Marco Wilms. En Art War, Marco Wilms nos concede el privilegio de guiarnos por una mina de salvaje creatividad, explorando los rincones de una sociedad en plena ebullición revolucionaria –la Primavera Árabe de Egipto– para la que el arte en las calles solo puede conjugarse en transformación social. En el prólogo de este documental, Wilms establece una soprendente analogía: los grafiteros de la revolución egipcia son el legado directo de aquellos anónimos “historiadores” de la Antigüedad que retrataron en las paredes de las pirámides los grandes acontecimientos históricos.
Entretenimiento del bueno para toda la familia. Las aventuras del joven Giorgio y su sociedad secreta de jóvenes deshollinadores que escribieron Lisa Tetzner y Kurt Held en 1940 son llevadas a la gran pantalla por Xavier Koller en Los hermanos negros (Die Schwarzen Brüder). La adaptación del best-seller, que es todo eso y algo más, no escurre el bulto y lleva su referente con orgullo. Lo exhibe desde la misma condición de sus personajes, niños sometidos por adultos, que como siempre en Dickens son criaturas muy estereotipadas, pero que de algún modo milagroso terminan convirtiéndose en personas de carne y hueso, con las que empatar y sentir piedad, revelando toda su humanidad. He ahí una de las grandes conquistas de este drama social para todos los públicos, capaz de hilvanar el mejor cine de aventuras con el retrato histórico y la crónica de aprendizaje: aroma de cine clásico.
 
ArtHaus: cine indie hecho en Alemania
En el ciclo ArtHaus, el Festival de Cine Alemán propone con la colaboración del Goethe- Institut Madrid una ojeada a las últimas hornadas del cine indie hecho en Alemania.
Love Steaks, de Jakob Lass carga todo el peso de la película en los amantes y sus encuentros y desencuentros, en sus deseos callados y sus batallas contra el aislamiento. Clemens y Lara trabajan en un hotel lujoso, un balneario junto al mar. Interpretado con el magnetismo de Franz Rogowski (una mezcla entre Joaquin Phoenix y un joven Vicent Gallo), Clemens está en prácticas, sin dinero; Lara cocina para los lujosos clientes del hotel. Su encuentro es tanto su revuelta contra la soledad como un gesto del destino. Jakob Lass imprime una mirada de esteta a esta crónica sentimental, describiendo sentimientos con los espacios que ocupan los amantes, y especialmente con una cuidada edición de imagen y sonido que desde la sequedad invoca el singular lirismo que empapa la película.
En El extraño gatito (Das merkwürdige Kätzchen) de Ramon Zürcher, muy pocas veces nos encontraremos con una propuesta tan iconoclasta y audaz que tenga una cualidad hipnótica tan profunda. La inimitable sensibilidad del filme y su desconcertante tono, poniendo en escena algo tan común como una reunión familiar, pero haciéndolo con una mirada totalmente fuera de lo común, surgió en un seminario con el cineasta húngaro Béla Tarr. Otro dato interesante: la película está levemente inspirada en La metamorfosis de Kafka.
Dos exitosos asesores han viajado por varios de los países más convulsos del planeta con una sola idea en mente: satisfacer la codicia de sus clientes y civilizar la expansión del capitalismo. Frank Öllers y Kai Niederländer, son a su modo como Quijote y Sancho, espíritus y presencias, estereotipos y símbolos de su tiempo, que como el título bien indica, podríamos definir como la “era de los caníbales”. Con estos dos personajes bien podemos trazar la dinámica depredadora y deshumanizadora del capitalismo, que relata Johannes Naber en El tiempo de los caníbales (Zeit der Kannibalen).
Ummah – entre amigos (Ummah – Unter Freunden) de Cüneyt Kaya tiene la apariencia de un filme de género policial, pero en verdad despliega un valioso estudio de personajes y choque de culturas. Tras asesinar a dos skinheads en una fallida operación para desactivar un grupo de neonazis, el joven agente infiltrado Daniel (el carismático Frederick Lau) encuentra un lugar donde esconderse en el barrio turco de Berlín y establece amistad con la comunidad islámica. Con sorprendente realismo y sensibilidad humanista, el cineasta Cüneyt Kaya trata de encontrar las zonas de confluencia entre dos mundos, dos creencias aparentemente opuestas, determinadas a convivir sin fricciones.
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