Lleva la interpretación en las venas. Luis Merlo (Madrid, 1966) es uno de los actores más queridos dentro de nuestras fronteras. Hijo y hermano de intérpretes, decidió a los veinte años que quería ser actor. Se metió en nuestras pantallas como Mauri de ‘Aquí no hay quien viva’, nos hizo desternillarnos en el teatro durante tres temporadas de ‘El crédito’ y ahora, regresa a las tablas madrileñas con ‘El Test’. La obra, lanza al aire la pregunta: “¿Qué preferirías, 100.000 euros ahora o 1 millón dentro de 10 años?” Sobre esta obra y sus proyectos charlamos largo y tendido.
P: Regresas a Madrid en septiembre con una comedia muy actual, ¿tienes ganas?
R: Por supuesto. Esta será mi cuarta vez en el Alcázar con mi querido Enrique Salaberria, un kamikaze del teatro que, no solamente produce, sino que tiene salas de teatro que pone a disposición con todo su cariño de proyectos como el nuestro. Dice que tenemos algo muy bueno entre las manos…
P: La obra arranca con un dilema difícil de esclarecer, ¿coger el dinero ahora o esperar diez años?
R: El Test es una obra corta de duración, pero larga de reflexión. Habla del tiempo, de una relación de amigos desde hace 30 años, y, por supuesto, habla de la capacidad que tenemos de esperar… Es un reflexión con un humor roto, de empezar a reír y no parar, pero, a la vez, tratando un tema muy actual. Por otra parte, genera unas preguntas: ¿y tu qué harías? ¿Aguantarías? O ¿Cogerías y te lo llevarías ya? Todo la trama se va enmarañando y lo que parece una comedia, en un principio amable y sin consecuencias dramáticas, se acaba convirtiendo en un pequeño conflicto.
P: Interpretas a Toni, uno de los personajes principales de la obra, que además, lanza la pregunta de marras.
R: Mi personaje es un hombre brillante intelectualmente, un tío al que le gusta el riesgo, y que se ha hecho a sí mismo. Toni es ese ‘pobre hombre rico’, que parece tenerlo todo en el mundo y en el fondo daría todo lo que tiene por algo que no fuese dinero… Si situación provoca un ‘Anda, si lo que pasaba era esto’ en el público, pero no puedo desvelarlo porque es algo que sucede al final de la función.
P: Por la edad de los personajes, desde luego es una cosa que pensarse, si esperar o no…
R: En efecto. Todos estamos carentes de algo y el tiempo es una cosa que nos apremia. A partir de la edad de los personajes, alrededor de los 50, empieza el tictac a sonar e indudablemente te preguntas, ¿estaré vivo y sano a los 60? A los 20 uno es inmortal e idiota. (Risas). A partir de cierta edad el tiempo ya no está a tu favor… Pero al tratar un tema tan contemporáneo como los problemas económicos, también conectamos con el público más joven. La obra se convierte en un juego de preguntas y respuestas.
P: Comentabas que te gustaba mucho apostar por autores jóvenes que se lanzan al mundo del teatro como es el caso de Jordi Vallejo que con este texto ganó el premio Fray Luis de León.
R: Cuando leí el texto de Jordi me encantó. No soy un actor de repertorio. Me gusta muchísimo, junto a mi hermano Carlos, que es el productor, estrenar funciones que se escuchan por primera vez, si es posible españolas, pero también extranjeras. Es algo así como generar una revolución, tanto en los escenarios como en el patio de butacas. La obra de Jordi es un texto muy contemporáneo, que trata sobre cosas que suceden ahora.
P: ¿Qué tiene que provocar para ti el teatro en el público?
R: Cuando salgo al escenario, me acuerdo de mi mismo como espectador y me digo: “dale a ese Luis, que era un niño del teatro por mis circunstancias familiares, dale eso que se merece y está esperando”. Tienes que salir de distinta manera a como has entrado. Con una sensación de haberte reído y disfrutado. Como nos dijo con ‘El crédito’ un amigo muy querido: “me habéis lavado la cabeza, me habéis hecho olvidar todo el estrés y la tensión. Durante este rato, he estado viviendo una historia que no era la mía.” Eso es verdaderamente lo que se pretende.
P: Trabajas bajo la dirección de Alberto Castrillo-Ferrer y junto a unos compañeros de lujo, ¿qué tal está siendo la experiencia?
R: Es un gusto, estoy feliz. Hemos jugado mucho, se nos ha permitido probar, equivocarnos… Antonio Molero tiene la comedia corriéndole por las venas. Es un hombre que sabe conectar con la verdad y hacer humor. Encontrarme con él ha sido una sorpresa gratificante y hermosa y creo que vamos a ser muy felices todos. De Maru Valdivieso qué decirte, la conozco de hace una vida, hemos trabajado mucho juntos. Y una gran sorpresa es Itziar Atienza, una actriz vasca llena de ganas, frescura y energía. Entre todos compartimos dos humores muy distintos pero necesarios, el del hombre con un estatus de galán romántico cómico y el de otro con mucha ansiedad por sus problemas económicos.
P: Además de actuar con ‘El Test’, te has incorporado al elenco de ‘La que se avecina’.
R: Así es. Se produjo de la manera más casual y ha sido alucinante. Todos estamos más preparados, más curtidos, vividos y humanos. El viaje de ‘Aquí no hay quien viva’ estaba cargado de una presión constante por su emisión. Laura y Alberto Caballero llevan la producción de la serie y reencontrarme con ellos ha sido maravilloso, tanto con los actores con los que me he rodado 99 capítulos. Además de un descubrimiento de gente que no conocía, tanto en el equipo técnico, como en el artístico. Ahora tenemos la capacidad de la nostalgia, de volver a jugar con unas condiciones de trabajo mucho más relajadas y susceptibles a la creatividad. ‘Aquí no hay quien viva’ hizo historia televisiva, y le estaré eternamente agradecido.
P: Cine, televisión, teatro… ¿Eres un hombre más del directo o del diferido?
R: Cada uno me da una cosa. El directo tiene un poder increíble, porque aquello que sucede, lo hace una única vez, tiene algo mágico. Tienes que aprovechar la energía que produce, eso es muy positivo. Sin embargo, cuando no tienes el eco ni la respuesta del público, y estás haciendo un personaje cómico en televisión o cine, es un riesgo. Te preguntas, ¿cuando esto se monte realmente será gracioso? No tienes una referencia de si lo es, por lo que en este caso, tienes que estar muy vigilante a tu trabajo en todo momento.
P: ¿Con qué problemas se encuentra uno a la hora de producir teatro?
R: Afortunadamente, durante el estreno en Bilbao, tuvimos el récord de venta anticipada de entradas. Con los tiempos que corren es difícil. Desde la empresa privada se ha pretendido no subir los precios, a pesar de que los impuestos si lo han hecho en la cultura. Si lo hiciéramos, echaríamos al público del teatro privado. El teatro está condenado a una minoría y debería ser algo popular y hablo de popular en un sentido amplio y no sectario de la palabra, es decir, para toda la gente.
P: Para terminar, eres de Madrid, ¿con qué lugar te quedas de nuestra urbe?
R: Siempre he sido un chico del Retiro, en los tiempos en los que salía, años ha (risas), siempre proponía que fuéramos a tomarnos la última copa al Retiro. Es un lugar mágico, es el pulmón de Madrid y yo notaba que por lo menos en mi generación, no se valoraba demasiado. Eso anunciaba algo que yo no sabía que me iba a pasar y es que me he convertido en un hombre de campo. Antes, necesitaba caminar la Gran Vía para sentir la felicidad de estar vivo.