La bailaora por excelencia en nuestro país llega al Teatro Nuevo Apolo de Madrid con su espectáculo “Voces” desde el 23 de febrero hasta el 30 de abril.
La artista gaditana se sube al escenario madrileño rindiendo homenaje a figuras emblemáticas del flamenco como Paco de Lucía, Antonio Gades, Camarón de la Isla, Enrique Morente, Carmen Amaya o Moraíto, siendo de gran influencia sobre ella. Tras dar la vuelta al mundo con este tributo, Sara Baras regresa con todo su arte y magia al Teatro Nuevo Apolo de Madrid, en el cual debutó hace 20 años con su compañía.
¿Cómo surge la necesidad de crear este homenaje?
Es un agradecimiento a nuestros maestros que tanto nos han dado y nos dan con su talento y arte. Con esas voces que nos llegan por dentro y que a medida que pasa el tiempo tienen aún más valor. Aunque nace de un momento muy triste con la pérdida de mi maestro Paco de Lucía, es un espectáculo que realmente tiene una energía muy positiva. Por encima de todo va decirle una y otra vez gracias por todo.
¿Es uno de tus proyectos más personales?
Es uno de los más personales pero he tenido otro muy especial que fue “Sabores” dedicado a mi madre. Es verdad que en este momento nace la sinceridad de decir esta es mi voz y esto es lo que soy gracias a la influencia de todos estos maestros, que están muy presentes.
Habiendo bailado en teatros, tablaos flamencos, televisión, ¿en qué medio transmites más y te sientes más cómoda?
Yo soy de teatro y la emoción del directo es lo que más me llena de todo. El directo te engancha y hoy día hace falta ese directo. Aunque soy agradecida porque todo me gusta. Me gustan las grabaciones, jugar con una cámara… Con los pies en la tierra, cuando tienes la oportunidad de fusionar con otros registros, eso alimenta mucho y la experiencia siempre es muy bonita.
¿Te transformas cuándo te subes al escenario?
Crees que no (risas). Antes tienes miedo pero cuando se levanta el telón hay una fuerza que hace que te cambie, que tengas mucha más valentía de lo que pensabas. Te transformas. La música, el silencio, el teatro, la magia… todo lo que rodea eso te transforma.
¿Cómo compaginas la gira con ser mamá?
Tengo mucha suerte y tenemos el privilegio de poder adaptarlo todo. Las giras son menos largas, pero aun así pasas la fatiga de tener que dejarlo y eso lo llevo fatal. No me quiero perder nada de él.
En casa, ¿el taconeo se queda fuera o tus vecinos te tienen fichada?
(Risas) He tenido problemas toda mi vida, desde chica. Mis padres se iban a cenar y nosotros nos poníamos a bailar. Cuando volvían mi madre me decía: ¿Sara no te habrás puesto los zapatos? Yo siempre lo negaba.
¿Ahora te pasa lo mismo con el pequeño de la casa?
En casa se intenta desconectar del trabajo, pero realmente este trabajo es nuestra vida y suena una música y bailamos. El peque está alrededor de lo que somos. Bailamos los dos, mi marido también. Que si la música, el vestuario, la iluminación, estamos todo el día.
¿Te gustaría verle en un futuro encima de un escenario?
Me siento muy orgullosa de trabajar toda la familia juntos. Estamos todos y me siento orgullosa de pensar que mi hijo puede tener la oportunidad de hacer en la vida lo que elija, lo que quiera. Es muy bonito estar dentro de este mundo, del teatro y valorar la cultura y la música, el arte en general. Mis padres lo hicieron conmigo y para nosotros es muy importante transmitírselo a él. Que después baile o no ya es otro asunto, pero que crezca ya sabiendo y conociendo este mundo es muy bonito.
¿Qué sueños te quedan por cumplir?
El que más sueño y tengo la esperanza de que algún día se cumpla es el desarrollo en la investigación del Síndrome de Rett. Que se pueda solucionar un poquito ese dolor de las niñas que lo sufren. Soy madrina de una asociación que se llama “Mi Princesa Rett” y Martina es mi primera princesa y le tengo un cariño muy especial. Cuando piensas en un sueño y los conoces a ellos, no puedes pensar en otra cosa.